miércoles, agosto 29, 2007

Apa

No cualquiera tiene un blog digno de bardeo.
Gracias.

Habrá algo de Majul acá? Qué gracioso cuando se le podían dejar mensajes!

Edito: y tiene (mal) linkeado el blog de Bazán, jua.

martes, agosto 28, 2007

Tip para la mujer cosmopolita

Nunca, pero nunca, vayas a la peluqueria luego de salir de una sesión de terapia donde pusiste en duda hasta tu apellido. Las consecuencias de ese acto puede estar visible por tres meses y ni usar gorrito te va a salvar.

miércoles, agosto 22, 2007

Si, soy yo y qué?

La clase de hoy comprendió a una estudiante confensando que jugaba tegnet, un profesor careteandola y respondiendo "que interesante", y una profesora tratando de aguantar la carcajada.

Cuándo aprenderé.

viernes, agosto 17, 2007

A la hoguera

Qué me molesta en un día como hoy? Todo.
Pero sobre todo me molestan esos comentarios tediosos de mina con metabolismo rápido que en almuerzo más triste y gris de la semana se manda una super hamburguesa mientras una está con el purecin de calabaza que ya le sale por las orejas. No siendo lo peor tener que observar este desagradable espectáculo, la susodicha se da el lujo de escupir un discurso que ya conocemos de memoria y odiamos: "ahora no engordo pero seguro que a los 40 me cambia el metabolismo y me voy a arrepentir de estar comiendo esto ahora".
Lo sé, simplemente lo dicen porque les encanta regocijarse hiriendo nuestro paupérrimo autoestima de gordas reprimidas.
Muerte a todas ellas, sí.

lunes, agosto 13, 2007

Estás en la oficina laburando.
Te empieza a sonar el cel que ya no usas en vibrador.
Atendés y le pedís a la persona del otro lado del teléfono que espere.
Agarrás lapiz y papel y salís de la oficina.
Volvés a los 5 minutos con una pequeña mueca que simula una sonrisa reprimida.

¿No es re evidente que me están llamando por una entrevista de laburo? Debería empezar a atender en la office y terminar con la farsa.

miércoles, agosto 08, 2007

You do it to yourself, dice Thom

Tengo en la cabeza la foto de 6to grado del colegio. Gordita amorfa con aparatos fijos y nariz particular, luego que mi hermano la viera, me cargó largos años apodándome Patora.
Y Patora nunca se fue porque es y será parte de mí. Es la que deglute un paquete de “Rumbas” o de repente tiene antojo de King de pollo francés y prefiere de vez en cuando “una buena milanesa con fritas en un bodegón” en vez de comida china.
Patora es la fracción de mí que no entiende como hay gente que va al gimnasio por placer (yo creo que me mienten) y no logra asimilar que haya personas que coman todo tipo de verduras y que casí no les guste lo dulce.
Supongo que podría echarle la culpa a Patora de mis miserias adolescentes y de el más de un atracón al que me sometí, pero no, Patora es otra cosa. Patora es esa parte que recuerda con cariño las meriendas en casa de los abuelos y que come sin culpas, sin preocuparle si la ropa le entra o si se le marca un rollo. Pura y hermosa ingenuidad que hace tiempo ha sido pisoteada por cada rincón de esta sociedad exitista.

domingo, agosto 05, 2007

23

Mediodía en la semana, mucho de ese frío húmedo que se mete y la gente sale abrigadísima, salvo ellas, pendejas en general que se exponen a enfermedades invernales porque se sienten más confiadas sin ropa que con que. Me da gracia, y me acuerdo de mí, claro, a los 16, 17, y cuando íbamos a bailar, pleno invierno y nosotras en remerita.
Yo que sé, que le dirías a esa pendejita? “ya te vas a dar cuenta, después de muchas resfríos, gripes y alguna neumonía que eso no tenía nada que ver, que él te quería o te cogía igual, con sweater o sin el, que sos la misma y que es invierno carajo, mierda” Y sonrío, porque yo voy con mi saco y se que a él (a cualquier él) le gusto igual hoy, mañana y en enero, porque los años no vienen solos y una, de repente, dentro de esa vorágine en la que se va envolviendo se da cuenta que sí las cosas cambian y te abrigas y punto, hace frío, punto.
Y me siento bien y tengo un argumento más contra esos que se ponen melancólicos cuando ven la foto del viaje de egresados y aquellos años dorados. Basta, los 17 fueron una mierda, me cagaba de frío, no tenía un mango, dependía totalmente de mis viejos y me ponía en pedo con Dr. G.
Supongo que si mi razonamiento sigue esta conducta, a los 30 voy a estar totalmente superada y ya hasta no me va a importar un carajo como luzca mi pelo. Fa, y si eso pasa? Entiendo un poco a la pendeja ahora, hoy me es imposible asimilarlo.

miércoles, agosto 01, 2007

0,80 por favor

Todos sabemos cuan odioso es tener que viajar en subte/bondi en hora pico. No hace falta (pero lo voy a hacer) que mencione la aventura que comprende viajar apretado, no poder respirar, un-pasito-más-para-atrás, la puta! me están apoyando, en la próxima me bajo y no veo forma de llegar hasta la puerta, etc. Lamentablemente la mayoría de los oficinistas viven (vivimos) este sacrificio inhumano de lunes a viernes. En particular, recomendaría a los empleadores cambiar de lugar de trabajo o brindar algún tipo de transporte privado, porque, honestamente, el viaje al trabajo es un determinante exclusivísimo del humor que se mantendrá durante el resto del día, y por consiguiente la motivación y productividad de esa misma jornada. Que el subte tarde 6 minutos en vez de 3, que esté cortada una calle y el colectivo se desvíe o que se haya quedado un auto en la barrera y se retrase el tren, pueden transformar caóticamente el resto del día.
Sin embargo, siempre cabe la posibilidad de que la cosa no sea tan así y que al menos una vez cada tanto el viaje cambie, a veces encontramos asiento, otras agarramos el bondi justo cuando se iba. A mí, las veces que más-más me gusta viajar en un minúsculo lugar atiborrada de gente es cuando me doy cuenta que de esa manera aumenta la posibilidad de encontrar a un chico lindo que me enamore por 20 minutos. Por lo general, tiene esa camperita con la bandera alemana, esta leyendo un libro aunque este parado y le caen los pelos sobre la cara, yo estoy con cara de exhausta y probablemente haciendo una mueca de manera inconsciente, él me mira y se sonríe, y así estamos hasta que uno de los dos se baja. Si es suficientemente caballero, se pasará de su estación para ver a donde bajo yo, o al menos es lo que me gusta pensar.