El final de la temporada es un momento de transición en cada tienda de ropa de moda. Los sacos y sweaters empujan a los pantalones capri y musculosas para tomar el protagonismo de las vidrieras. Como en una película, la estrella se luce, mientras que el “relleno” queda detrás sin nada de gloria.
La ropa de oferta arrugada, con poca luz y triste pasa a ser el grupo de extras de un largometraje: como una tribuna llena, gente en un recital, los alumnos que completan una clase, etc.
La ropa baja de precio y la mueven temporalmente al rincón más alejado del local. Probablemente un mes atrás era muy deseada, sin embargo ahora, el hecho de que sea más barata y sólo tenga lamparitas de 40 watts enfocándola hacen de ella una prenda que espera la oportunidad de ser comprada, aunque su propietario deba guardarla durante 6 meses antes de que la pueda estrenar. De la misma manera, en el film, el grupo de personas que no logró un papel parlante, tiene la posibilidad de resignarse a salir unos segundos en pantalla actuando de extra, teniendo que sufrir largas jornadas donde (como a la ropa) nadie les presta atención, su precio es bajo y se pasan el día en un rincón húmedo consumiendo un catering de poca clase.
La nueva temporada se instala y, finalmente, la ropa de la anterior desparece del local, renovando el ciclo de la liquidación al término de ésta.
Por fortuna, el ser humano tiene la posibilidad de mejorar y superarse, y aunque sea no lográndolo en los próximos mil intentos, puede que finalmente consiga un papel con líneas en una película sin tener que terminar resignándose una y otra vez al papel de extra.
Quién lo diría? un post con mensaje optimista.
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